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¿Y si durmieras?

¿Y si,

En sueños,

soñaras?

¿Y si,

En el sueño,

Fueras al cielo

Y allí cogieras

Una extraña

y hermosa flor?

¿Y si,

al despertar,

tuvieras esa flor

en la mano

 

SAMUEL TAYLOR COLERIDGE

«Conseguiré moldearte”, le dijo el hacha al pedazo de hierro mientras descendía con toda su fuerza sobre uno de sus costados.

Pero a cada golpe que le daba iba perdiendo su filo, hasta que después de un rato aquella herramienta no pudo más, había quedado completamente inservible.

“Déjenmelo a mí”, repuso el serrucho mientras clavaba sus dientes en el pedazo de hierro, los cuales fueron desapareciendo uno por uno.

“Yo me encargaré de modelarlo”, profirió con arrogancia el martillo, mientras se burlaba de sus compañeros que habían fracasado. Pero después de varios golpes el mango se partió por la mitad y se le desprendió la cabeza.

“¿Me permiten probar a mí?”, inquirió humildemente una pequeña llama. Los tres se rieron a carcajadas, pero ella no se dejó impresionar y cubrió con su cuerpecito el trozo de hierro. Lo abrazó y lo abrazó hasta lograr moldearlo. Así es el amor